Revista Innovación Seguridad » Intrusión » 23 may 2014
Detectar el intento de intrusión desde el perímetro
En el contexto de una conferencia dictada por el Ingeniero Edgardo Brunatti, Gerente Técnico de ALARI 3 -responsable de diseño de productos de seguridad aplicados al control perimetral-, explicó acerca de la tecnología aplicada a los cercos eléctricos, los alcances y los usos, como también sobre la regulación legal que la reglamenta, que si bien no se encuentra pautada por una ley nacional, por el momento se circunscribe a lo que dictan las normas internacionales.
“El cerco eléctrico no es ningún misterio, es lo que siempre se aplicó para el control de animales. El que se utiliza actualmente genera un pulso de alta tensión de 8 kilovolts, para romper los aislantes que podría llevar un intruso, como guantes o zapatos, con el fin de lograr repelerlo, pero sin dañar el físico. Es decir, que no sea letal, pero tampoco inocuo, que provoque dolor, rechazo, semejante a la quemadura de un cigarrillo”, explica Brunatti.
El sistema se complementa con una alarma, que se activa sólo si el intruso no ha sido repelido luego de la descarga. En este sentido, el especialista explica que cuando una persona toca el cerco genera una resistencia de aproximadamente 1000 ohm de impedancia, eso produce una pérdida de la energía de pulso que advierte el detector, si esta situación persiste durante un segundo pulso (son 50 por minuto, aproximadamente) se disparará la alarma. Lo mismo que si directamente se interrumpe el flujo por un corte. Sin embargo, ante un evento casual, como el contacto con un animal, bastará con una primera descarga para que sea repelido, con lo cual no se activará el alerta sonoro.
Y amplió: “Otra de las ventajas que aporta este sistema radica en su carácter disuasivo (por eso debe ser visible) y además en que tiene la capacidad de detectar el intento de intrusión desde el perímetro, cuando el delincuente aun está afuera y, todo ese tiempo que dedica a cortar el cerco e intentar penetrar, resulta necesario para que la gente de vigilancia aplique el plan de contingencia”. Los cercos se sectorizan, el auditor o gerente de seguridad es quien diseña cómo quiere dividir las zonas, por ejemplo cada 100, 150, 250 o 300 metros. Es por ese motivo que se suele decir que el producto actúa cubriéndole las espaldas a la empresa que está vigilando el predio. Antes se optaba por contratar a alguien para que custodiase el perímetro desde una garita. Pero, ¿cuánto lo podía mirar? Hasta que se cansase o hasta ignorarlo. En cambio ahora, con este sistema, se quitan esas tareas rutinarias y, por ende, difíciles de cumplir a la perfección.
Además, Brunatti resaltó que resulta importante acudir si suena la alarma, porque el ataque se está produciendo en ese mismo momento, aunque pueda ser una falsa alerta. Con este tipo de monitoreo de supervisión queda todo registrado, si detona la alarma a las 8 y el vigilador acude y la limpia en el pulsador del tablero a los 2 minutos, ese horario quedará registrado y permitirá evaluar su desempeño.
En lo que atañe a la regulación destacó que la “International Electrotechnical Commission” (IEC), sobre todo a través de la norma nº 60335-2-76 y el manual de la Asociación Electrotécnica Argentina (AEA), son los que han establecido cómo debe ser el producto, cómo hay que montarlo, cómo hay que usarlo para que sea eficiente.
Uno de los primeros pasos, previo a la instalación, es saber cuál es la altura del muro, debido a que la norma IEC indica que debe superar 1.80 metros y la norma de la AEA nos insta a ubicar el primer hilo eléctrico a 2.50 metros. “No obstante, en Argentina no hay regulación, el cerco eléctrico no tiene una normativa del IRAM o una Ley. A las empresas que instalamos nos resulta necesario conocer lo que supuestamente se aplicará. En este caso, yo imagino que se va a regular según la normativa internacional”, concluyó.
Sin embargo, más allá de la cuestión legal, que de la manera mencionada estaría resuelta, por lo general lo que complica al sistema es el mantenimiento. Cabe aclarar que se trata de aspectos sencillos y corresponden al usuario, como cambiar una batería y arreglar algo que se pudo haber roto. No obstante, comentó que a la empresa que representa le ha ocurrido acudir a obras en estado de alarma donde, por ejemplo, el césped se convirtió en un montón de vegetación que tapó el cerco, una situación cotidiana, pero no por ello deja de ser un factor de trascendencia para el óptimo funcionamiento.
Un poco de historia
“Los cercos eléctricos son un producto en crecimiento, desgraciadamente el rubro se expande con la crisis, cuando hay más problemas sociales ocurren mayores casos de intrusión. Las primeras obras que desarrollamos en Argentina se emplearon para la defensa de antenas telefónicas, donde no había gente, sino que, lo que se resguardaba, eran cables, baterías, paneles solares, etc. A partir del año 2001 se empezó a utilizar en grandes predios, como countries, fábricas, playas de estacionamiento y puertos, debido a que las barreras convencionales, sobre todo el cerco, ya no disuadían a los delincuentes. Fue entonces cuando comenzamos a recibir pedidos de elementos activos para defensa y optamos por actualizarnos con la tecnología que se estaba usando en el resto del mundo: la electrificación de los cercos”, explicó el Ingeniero Edgardo Brunatti, Gerente Técnico de ALARI 3, responsable de diseño de productos de seguridad aplicados al control perimetral.
El sistema se complementa con una alarma, que se activa sólo si el intruso no ha sido repelido luego de la descarga. En este sentido, el especialista explica que cuando una persona toca el cerco genera una resistencia de aproximadamente 1000 ohm de impedancia, eso produce una pérdida de la energía de pulso que advierte el detector, si esta situación persiste durante un segundo pulso (son 50 por minuto, aproximadamente) se disparará la alarma. Lo mismo que si directamente se interrumpe el flujo por un corte. Sin embargo, ante un evento casual, como el contacto con un animal, bastará con una primera descarga para que sea repelido, con lo cual no se activará el alerta sonoro.
Y amplió: “Otra de las ventajas que aporta este sistema radica en su carácter disuasivo (por eso debe ser visible) y además en que tiene la capacidad de detectar el intento de intrusión desde el perímetro, cuando el delincuente aun está afuera y, todo ese tiempo que dedica a cortar el cerco e intentar penetrar, resulta necesario para que la gente de vigilancia aplique el plan de contingencia”. Los cercos se sectorizan, el auditor o gerente de seguridad es quien diseña cómo quiere dividir las zonas, por ejemplo cada 100, 150, 250 o 300 metros. Es por ese motivo que se suele decir que el producto actúa cubriéndole las espaldas a la empresa que está vigilando el predio. Antes se optaba por contratar a alguien para que custodiase el perímetro desde una garita. Pero, ¿cuánto lo podía mirar? Hasta que se cansase o hasta ignorarlo. En cambio ahora, con este sistema, se quitan esas tareas rutinarias y, por ende, difíciles de cumplir a la perfección.
Además, Brunatti resaltó que resulta importante acudir si suena la alarma, porque el ataque se está produciendo en ese mismo momento, aunque pueda ser una falsa alerta. Con este tipo de monitoreo de supervisión queda todo registrado, si detona la alarma a las 8 y el vigilador acude y la limpia en el pulsador del tablero a los 2 minutos, ese horario quedará registrado y permitirá evaluar su desempeño.
En lo que atañe a la regulación destacó que la “International Electrotechnical Commission” (IEC), sobre todo a través de la norma nº 60335-2-76 y el manual de la Asociación Electrotécnica Argentina (AEA), son los que han establecido cómo debe ser el producto, cómo hay que montarlo, cómo hay que usarlo para que sea eficiente.
Uno de los primeros pasos, previo a la instalación, es saber cuál es la altura del muro, debido a que la norma IEC indica que debe superar 1.80 metros y la norma de la AEA nos insta a ubicar el primer hilo eléctrico a 2.50 metros. “No obstante, en Argentina no hay regulación, el cerco eléctrico no tiene una normativa del IRAM o una Ley. A las empresas que instalamos nos resulta necesario conocer lo que supuestamente se aplicará. En este caso, yo imagino que se va a regular según la normativa internacional”, concluyó.
Sin embargo, más allá de la cuestión legal, que de la manera mencionada estaría resuelta, por lo general lo que complica al sistema es el mantenimiento. Cabe aclarar que se trata de aspectos sencillos y corresponden al usuario, como cambiar una batería y arreglar algo que se pudo haber roto. No obstante, comentó que a la empresa que representa le ha ocurrido acudir a obras en estado de alarma donde, por ejemplo, el césped se convirtió en un montón de vegetación que tapó el cerco, una situación cotidiana, pero no por ello deja de ser un factor de trascendencia para el óptimo funcionamiento.
Un poco de historia
“Los cercos eléctricos son un producto en crecimiento, desgraciadamente el rubro se expande con la crisis, cuando hay más problemas sociales ocurren mayores casos de intrusión. Las primeras obras que desarrollamos en Argentina se emplearon para la defensa de antenas telefónicas, donde no había gente, sino que, lo que se resguardaba, eran cables, baterías, paneles solares, etc. A partir del año 2001 se empezó a utilizar en grandes predios, como countries, fábricas, playas de estacionamiento y puertos, debido a que las barreras convencionales, sobre todo el cerco, ya no disuadían a los delincuentes. Fue entonces cuando comenzamos a recibir pedidos de elementos activos para defensa y optamos por actualizarnos con la tecnología que se estaba usando en el resto del mundo: la electrificación de los cercos”, explicó el Ingeniero Edgardo Brunatti, Gerente Técnico de ALARI 3, responsable de diseño de productos de seguridad aplicados al control perimetral.