En un mundo en el que cada vez  hay más temor de las compañías a ser víctimas de una alteración a los protocolos de seguridad o en el que la vulnerabilidad a virus, hackers y ciberterrorismo tiene una delgada línea que parece cada vez más fácil de cruzar, la inversión en seguridad se constituye en una necesidad.

Hoy en día, los top executives de las corporaciones deben ver la seguridad como una función clave para la rentabilidad y no como un gasto necesario, porque cuando esto sucede, las empresas piensan en gastar menos. Pero si la seguridad se proyecta como una inversión en eficiencia o en disminución de riesgos, ésta se puede equiparar al nivel de importancia de cualquier otro proyecto de la compañía.

En América Latina la seguridad es tratada, en ocasiones, de forma aislada (la de los empleados, la perimetral o la informática) con diferentes asignaciones presupuestales.

Sin embargo, este tema debe ser manejado de un modo estratégico debido a que requiere de análisis y planificación para que sea un proyecto continuo con actualización tecnológica, mantenimiento y entrenamiento constantes. Esa estrategia debe tener en cuenta aspectos como la seguridad física de los bienes y de los funcionarios, así como la seguridad virtual o de acceso a las informaciones. En ese sentido, vale la pena cuestionarse acerca de cuánta seguridad es necesaria y cuál sería el nivel de inversión. Incluso, si el actual nivel de seguridad es adecuado o qué podría mejorar o implementar.

Por ejemplo, en una empresa de grandes eventos, la seguridad debe ser considerada como un pilar de la organización. De no ser así, su destino será el fracaso. Un incendio en un evento nocturno es la muestra más trágica que podemos mencionar y lamentablemente en la región tuvimos casos como el de Cromañón (Argentina) en 2004 y en 2013 en la Boate Kiss (Brasil), con la pérdida de más de 190 y 240 vidas, respectivamente.

Pero, ¿qué se debe tener en cuenta a la hora de implementar un sistema de seguridad?

En este caso, las compañías deben considerar que la seguridad tiene una gran relevancia y depende del tipo de empresa y del grado de riesgos al que está expuesta. Lo primero que se debe hacer es conocer cuál es el grado de exposición al riesgo, pues muchas corporaciones no han efectuado un análisis de este aspecto.

También se debe tener presente que la implementación de un sistema de seguridad  requiere de una inversión en tecnología o adecuación de la existente y para evitar pérdidas es fundamental tener claros los objetivos. En ese sentido, la Asociación Latinoamericana de Seguridad, ALAS, es una fuente en la región para la capacitación e información sobre las tecnologías disponibles para la puesta en marcha de un proyecto de seguridad.

Gustavo Gassmann es licenciado en Comercio Internacional de UCES en Buenos Aires, con MBA de la Escuela de Negocios de Brazilian Business School en São Paulo, Brasil.
Su trabajo como ejecutivo en la industria, durante los últimos 15 años, le ha dado una amplia experiencia en proyectos de seguridad electrónica y de documentos de identidad segura en América Latina.
Actualmente, Gassmann se desempeña como Director de la Unidad de Negocios de Control de Acceso para HID Global en Latinoamérica. Empresa donde en los últimos diez años ha ejercido diferentes cargos directivos y de ventas para Brasil y otras regiones latinoamericanas.
Además, entre 2013 y 2016 se ha desempeñado como Presidente de ALAS Internacional (Asociación Latinoamericana de Seguridad), entidad sin fines de lucro con sede en Miami. Esta actividad, pro labore-, tiene como fin aportar al desarrollo de la industria de la seguridad en América Latina. Cabe mencionar que hace dos años, Gassmann fue nombrado Vicepresidente y socio fundador de ALAS – Capítulo Brasil.