Residuos Electrónicos
Por Rosalía FerloniEl Riachuelo, las fábricas de pasta de celulosa sobre el río Uruguay, las curtiembres, hasta la prohibición de fumar en espacios cerrados… son temas que están en la portada de los noticieros, en la agenda de los funcionarios, en las conversaciones cotidianas, y están generando en muchos de nosotros conciencia sobre la importancia de la protección del medioambiente. En algunos de los casos, la solución es a largo plazo; pero hay una cuestión que aún no se menciona pero que puede ser otro foco de altísima contaminación: los residuos electrónicos.
En el mundo se los denomina de diferentes formas: RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos), e-scrap, e-waste, chatarra electrónica, WEEE (Waste Electrical and Electronic Equipment). No importa cómo se los nombre: son altamente contaminantes y son consecuencia de la vertiginosa evolución de la tecnología, de una sociedad cada vez más “consumidora” de productos electrónicos que, por el avance de las tecnologías y la caída de los precios, son reemplazados por otros; los que se descartan pueden ser una fuente peligrosísima de contaminación si no se lleva a cabo una gestión adecuada de los mismos.
Monitores, PCs, cámaras, VCRs, cables, etc., son productos electrónicos comunes. Muchos de estos productos se pueden reutilizar, restaurar o reciclar. Los desechos de productos electrónicos componen el grupo de desperdicios de mayor crecimiento en la Argentina y el mundo. Para darse una idea de la magnitud del problema, según un reporte de las Naciones Unidas se producen anualmente en el mundo entre veinte y cincuenta millones de toneladas de e-waste, y la proyección es alarmante.
A fines de este año miles de toneladas de RAEE se acumularán en el país. El número crecerá año a año causando, además del impacto ambiental que mencionábamos, un desperdicio de recursos, generando un absurdo círculo vicioso: por un lado, se desechan equipos informáticos; por el otro, la demanda es cada vez mayor y los procesos de producción se intensifican, requiriendo cada vez más materia prima de la naturaleza: la misma materia prima que contienen los equipos desechados y que, si no son debidamente procesados… contaminan el medio ambiente.
Los residuos clasificados como peligrosos, deben seguir un proceso previo de descontaminación y el resto de los aparatos son desmontados y separados por componentes. Posteriormente cada material es reciclado por separado (plásticos, metales, vidrio) y los residuos peligrosos son tratados de acuerdo a su naturaleza para recuperar la mayor cantidad posible de materias primas e inertizar aquellos no valorizables.
El 25% de los RAEE es material recuperable, el 72% es reciclable y sólo el 3% es desechable.
La gestión de E-Scrap y las oportunidades
La gestión correcta de los RAEE puede generar oportunidades que conviene tener en cuenta:
a) Económicas: La recuperación de los metales que contienen los productos electrónicos (aluminio, cobre, níquel, zinc), más otros elementos como sílice, hierro, plomo, estaño, plata, titanio, cobalto, etc., más el material plástico, representa una oportunidad de negocio que no puede ignorarse. Por otra parte, el uso de los materiales reciclados permitiría ahorrar entre el 60% y el 80% de la energía necesaria para producir los materiales vírgenes
b) Sociales: La gestión de los RAEE representa un motor de renovación socioeconómica, generando nuevas fuentes de empleo. Además, según el criterio de gestión, los equipos que se recuperan pueden emplearse en medios donde el acceso a equipamiento de última generación resulta inaccesible.
c) Medioambientales: Una correcta gestión de los RAEE nos llevará a la eliminación de las acciones más dañinas para el medioambiente: la extracción de materias primas y el desecho sin control de sustancias tóxicas.
Qué pasa en Argentina
La Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable considera a s-crap como Residuos Peligrosos y, por ende, están regidos por las leyes nacionales N° 24.051 (de Residuos Peligrosos) y 25.612 (de Residuos Industriales y Actividades Comerciales). Por lo tanto, deben ser recogidos y tratados por operadores debidamente registrados en los organismos ambientales de las provincias o la Nación.
El país no cuenta con una legislación específica, si bien se han presentado proyectos de ley que aún esperan su tratamiento en el Congreso.
Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos han sido alcanzados en el marco de la Planificación Nacional dentro de un universo más amplio y comprensivo. En este sentido, en el año 2005 la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación puso en marcha la Estrategia Nacional de Residuos Peligrosos de Origen Doméstico, que permite el abordaje de esta problemática de manera ágil y dinámica.
Es importante destacar que la Ley 25.916 de “Gestión de Residuos Domiciliarios” ha considerado específicamente este tipo de residuos en su artículo 35, el que indica: “Las autoridades competentes deberán establecer, en el ámbito de su jurisdicción, programas especiales de gestión para aquellos residuos domiciliarios que por sus características particulares de peligrosidad, nocividad o toxicidad, puedan presentar riesgos significativos sobre la salud humana o animal, o sobre los recursos ambientales”.
Bajo este marco legal, la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable en conjunto con los organismos ambientales del país emprende las acciones de la Estrategia. A nivel domiciliario se encuentra en implementación la Estrategia Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (ENGIRSU) con lo cual podemos referirnos a la Estrategia de RPD (Residuos Peligrosos Domésticos) como una subestrategia de aquélla.
Dadas sus características, la responsabilidad respecto a la gestión de estos residuos, requiere de la participación de todos los actores involucrados:
El Gobierno como responsable de las políticas en la materia.
Las empresas como responsables de los productos que envían al mercado y como parte de sus políticas de responsabilidad social.
Los consumidores como responsables de sus hábitos de consumo.
Producción más limpia (P+L)
El PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) define P+L como “la aplicación continua de una estrategia ambiental preventiva e integral a procesos, productos y servicios a fin de aumentar la ecoeficiencia y reducir los riesgos para los seres humanos y el medio ambiente”. Una de sus áreas estratégicas es la de “Manejo Integrado de Residuos”, para el cual se debe aplicar un criterio jerárquico de actuación medioambiental, en este orden:
1. Prevenir la generación de residuos y emisiones
2. Reciclaje
3. Tratamiento
4. Disposición segura.
El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, junto con el centro Tecnológico para la Sustentabilidad de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), ha puesto en marcha el programa Buenos Aires Produce más Limpio (bue p+l), materializando el concepto de “Producción más Limpia”, idea central de una estrategia de prevención de la contaminación que permite relacionar, de un modo integrado, la economía con el medio ambiente.
Este programa está destinado a empresas industriales, comerciales y de servicios de la ciudad de Buenos Aires, las cuales pueden recibir asesoramiento y capacitarse acerca de los fundamentos, metodologías, técnicas y herramientas de Producción más Limpia, gestión integrada, ecodiseño, ecoeficiencia, análisis de ciclo de vida, ejecución y evaluación de proyectos de aplicación.
Para informarse sobre el programa Buenos Aires Produce + Limpio (bue p+l), consultar a: producciónlimpia@buenosaires.gov.ar o
sustentable@rec.utn.edu.ar
LA GENERACION DE E-WASTE DESDE EL PROCESO DE FABRICACION:
En todos los procesos de fabricación se generan residuos; para darse una idea, la fabricación de un microchip de tan sólo dos gramos requiere el uso de 1.200 gramos de combustibles sólidos, 72 gramos de productos químicos, 32.000 gramos de agua y 700 gramos de gases; la fabricación de un monitor de tubo de rayos catódicos requiere de 31.5 kilogramos de combustibles fósiles y la de uno de LCD, 226 kilogramos.
En los equipos electrónicos hay tres sustancias que representan un serio riesgo para el medioambiente: el plomo, el cadmio y los materiales ignífugos bromados (PBB/PDBE)
Europa a la vanguardia de la gestión de los RAEE
A la vanguardia de la solución del problema de los contaminantes electrónicos, en el año 2002 el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea formularon la Directiva 2002/95/CE -también conocida como RoHS (Restriction of Hazardous Substances) o Directiva WEEE (Waste Electrical and Electronic Equipment)-, que dictamina y regula jurídicamente el reciclado, para todos los países miembros.
Se trata de una ley que fomenta la obtención de nuevas materias primas de segunda generación a través del reciclaje de materiales contenidos en los aparatos eléctricos y electrónicos como hierro, acero inoxidable, aluminio, cobre, zinc, plásticos y vidrio, entre otros. Entró en vigencia el febrero de 2004 y un año después comenzaron a funcionar los sistemas de recolección, los cuales fueron organizados por fabricantes o importadores de nuevos equipos. Así, cuando el cliente adquiere un equipo nuevo de características parecidas, los distribuidores son los responsables de retirar sin cargo el que ya cumplió con su vida útil.
Los RAEE son llevados a centros de reciclaje debidamente habilitados, donde se los desmantelará siguiendo procedimientos técnicos específicos.
La iniciativa privada
En su planta del Parque Industrial de Quilmes, la empresa Silkers SA, aliada estratégicamente con operadores internacionales como la firma Arc Metal AB, del grupo SKF de Suecia, colabora en la recolección, separación, desmontaje o de-manufactura y reciclaje de la chatarra electrónica, permitiendo que metales como el cobre, el níquel, estaño, aluminio, plata y oro vuelvan a formar parte de nuevas piezas electrónicas, sin dañar al ambiente, ya sea por la contaminación que produce la minería o por la contaminación que potencialmente generará el e-scrap si se desecha en rellenos sanitarios o basurales.
Gustavo Fernández Protomastro, Presidente de Silkers S.A. señala que la firma opera con Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos, buscando el máximo reciclado de sus componentes, ya sean plásticos como metales ferrosos, no ferrosos o preciosos, provenientes de Scrap electrónico en general incluyendo circuitos impresos e integrados de todo tipo de generación y equipos de más de 400 Kg. y de variadas formas y medidas.
El procedimiento incluye la gestión de retiro, transporte dentro del país, acopio, clasificación, desmontaje o desemsablaje de piezas, inutilización del rezago (triturado o molido de piezas sensibles) de ser solicitado por el cliente y acondicionamiento para la venta de plásticos, metales ferrosos, metales no ferrosos, circuitos impresos y misceláneas (cables, conectores, motores, etc.), ya sea en el mercado interno a recicladores o su exportación a refinerías de gran escala operativa. En todos los casos se maximirá la selección de materiales para su reciclado y valorización, minimizando las cantidades a enviar a disposición final (rellenos de seguridad o incineración).
EPSON y el reciclado
En línea con los objetivos de la Compañía de protección al medio ambiente a nivel mundial y a las comunidades en las que opera, firmó un convenio con Silkers S.A. para que lleve a cabo la recolección, separación, valorización y reciclado de los residuos electrónicos, recuperando importantes recursos naturales y minimizando el impacto ambiental.
Con personal especializado, y cumpliendo normas de seguridad laboral, selecciona los diversos componentes por su valor como materias primas. Gran parte del material seleccionado se recicla en el país (plásticos y metales). En tanto, los circuitos impresos se exportan, según un permiso otorgado por la Secretaría de Ambiente de la Nación, a empresas de fundición y refinado de Europa, que usan estos residuos reciclables como insumos de nuevos procesos de manufactura.
Andrés Maccio, Director de Servicio y Soporte Técnico de Epson, afirma: “Si bien anteriormente los equipos recibían disposición final conforme a las reglamentaciones nacionales, mediante este nuevo acuerdo Epson logra transformar los residuos electrónicos en materia prima para exportar, contribuir al cuidado del medio ambiente y cumplir con la Ley de Basura Cero, impulsada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y que tiene como fin minimizar la cantidad de residuos que se vierten en la ciudad y que comprometen al medio ambiente”.