Un poco de Historia
En civilizaciones anteriores, fueron utilizados métodos para marcar al criminal. Le cortaban los dedos y/o la mano. En el Imperio Romano se empleó el tatuaje para identificar y para prevenir la deserción de soldados mercenarios.
Más recientemente, los oficiales con memorias visuales extraordinarias, "con memoria fotográfica," identificaban a viejos delincuentes por la vista.
La fotografía disminuyó la carga de la memoria; pero no era la solución al problema criminal de la identificación. El aspecto físico era fácil de modificar.
En Babilonia, las huellas digitales fueron utilizadas en tablas de arcilla para las transacciones de negocio. También en la China antigua, fueron encontradas impresiones de pulgar en sellos del mismo material.
En el siglo XIV, en Persia, en varios documentos oficiales del gobierno figuraban las huellas digitales (impresiones), y un oficial de dicho gobierno había observado que no hay dos huellas digitales exactamente semejantes.
Marcello Malpighi, profesor de anatomía en la Universidad de Bologna, en 1686, dio a conocer en su tesis, la diferencia entre los cantos, espirales y lazos de las huellas digitales, sin hacer mención alguna acerca de su valor como herramienta para la identificación individual. Una capa de piel fue nombrada después de su presentación, capa de "Malpighi", que es aproximadamente 1.8 mm de espesor.
En 1823, Juan Evangelist Purkinji, profesor de anatomía, en la Universidad de Breslau, publicó su tesis discutiendo 9 patrones de la huella digital, aunque sin asociarlos con su valor para la identificación personal.
Sir William Herschel, representante del gobierno británico en la India, en 1858 hacía que los contratos con los nativos se validaran con la impresión de las huellas digitales o de la palma de la mano. La idea era simplemente “.para asustar y dejar fuera de todo pensamiento la posibilidad de negar su firma." Con el tiempo y la práctica se dio cuenta de que las huellas dactilares eran únicas y permanentes.
Alrededor de 1870, un antropólogo francés, Alphonse Bertillon, ideó un sistema para medir y registrar las dimensiones de ciertas partes óseas del cuerpo. Estas medidas, integraron una fórmula que se aplicaría en teoría a una persona y que no cambiaría durante su vida del adulto.
Este sistema de Bertillon, fue aceptado por treinta años; pero nunca se recuperó de los acontecimientos ocurridos en 1903, cuando condenaron a un hombre inocente en los Estados Unidos, en la Penitenciaría de Leavenworth, Kansas, habiendo empleado este sistema de reconocimiento.
Durante 1870, el Dr. Henry Faulds, Cirujano-Superintendente Británico del hospital de Tsukiji en Tokio, Japón, realizó un estudio de "piel-surcos" después de notar marcas en los dedos de las piezas de cerámica "prehistóricas". Reconoció la importancia de las huellas digitales como medios de identificación, ideando un método de clasificación. Diez años después, remitió una explicación de su sistema de clasificación y envió una muestra de las formas que él había diseñado, para las impresiones entintadas y grabación de las huellas dactilares, a Sir Charles Darwin. Darwin, de edad avanzada y mala salud, informó al Dr. Faulds que él no podría brindarle ninguna ayuda, pero prometió pasar los materiales recibidos a su primo, Francis Galton.
Ese mismo año, 1880, el Dr. Faulds publicó un artículo en el diario científico “Nature” en el cual exponía que las huellas digitales se podrían utilizar como “medio de identificación personal”.
El escritor norteamericano Mark Twain, en su libro “Vida en el Mississippi” editado en 1883, relata cómo un asesino fue identificado a través de sus huellas dactilares.
Sir Francis Galton, antropólogo británico y primo de Charles Darwin, comenzó sus investigaciones, sobre las huellas digitales como medio de identificación en 1880. En 1892, publicó su libro, "Huellas Digitales", estableciendo la individualidad y personalidad de las mismas. El libro incluyó el primer sistema de clasificación para las huellas digitales.
Su mayor interés, sin embargo, estaba basado en su empleo para la determinación de la herencia y origen de las razas. Al poco tiempo, descubrió que las huellas digitales no ofrecían ninguna pista firme para determinar la inteligencia o la historia genética de un individuo; pero sí pudo afirmar que las huellas digitales no cambian en el transcurso de la vida de un individuo y que la posibilidad de encontrar dos huellas digitales exactamente iguales era imposible. Según sus cálculos, las probabilidades de dos huellas digitales individuales iguales eran 1 en 64 mil millones.
Galton identificó las características por las cuales las huellas digitales pueden ser identificadas. Estas mismas características (minucias) básicamente todavía están en uso hoy.
En 1891, Juan Vucetich, funcionario policial argentino, comenzó con los primeros archivos de huellas digitales, basados en los tipos del patrón de Galton. Al principio, Vucetich incluyó el sistema de Bertillon en los archivos.
En 1892, Juan Vucetich hizo la primera identificación criminal con la huella digital. Él pudo identificar a una mujer de apellido Rojas, que había asesinado a sus dos hijos, y cortado su propia garganta en una tentativa de culpar en otra persona. Su impresión digital sangrienta fue dejada en el marco de la puerta, probando su identidad como la asesina.
En 1901 comenzaron a utilizar las huellas digitales para la identificación criminal en Inglaterra y el País de Gales, usando las observaciones de Galton, evaluadas por Sir Edward Richard Henry. Este sistema de clasificación, perfeccionado, sigue siendo empleado hoy en día por los ingleses.
Un año después, comenzó el uso sistemático de huellas digitales en los Estados Unidos, primero para la identificación de criminales y más adelante lo incorporaron las Fuerzas Armadas y las Agencias de Seguridad estatales.
En 1918 Edmond Locard, célebre criminólogo francés determinó que si 12 puntos (denominados “minucias” por Galton) coincidieran entre dos huellas digitales, sería suficiente como identificación positiva. De ahí nace el número requerido de puntos necesarios para la misma. Algunos países han fijado sus propios estándares, que incluyen un número mínimo de puntos. Seis años después, el FBI creó el primer archivo de huellas dactilares.
Los archivos fueron administrados manualmente hasta la introducción de la tecnología AFIS (Automated Fingerprint Identification Systems). Esta ha sido empleada durante las últimas décadas exclusivamente para aplicaciones judiciales; en la actualidad los gobiernos de todo el mundo están comenzando a utilizar AFIS con fines civiles tales como documentos, licencias, portación de armas, etc.
Cómo funciona el Sistema de Identificación por Huellas Digitales
El funcionamiento básico de un sistema de identificación de huellas dactilares es el siguiente: el usuario pone su dedo sobre un sensor, que captura una imagen de la huella. De dicha imagen se buscan y extraen las características, que son de dos tipos: patrones y minucias.
El patrón hace referencia a la posición de las líneas y valles, mientras que las minucias se refieren a la aparición de singularidades en las líneas, como puntos de bifurcación, cercado, unión, terminación, etc. Dos dedos diferentes nunca pueden poseer más de ocho minucias iguales, y cada uno tiene más de 30 ó 40 minucias.
Los detalles relativos a las líneas (curvatura, separación, etc.), así como la posición absoluta y relativa de las minucias extraídas, son procesados mediante algoritmos que permiten componer un índice numérico correspondiente a esa huella. Este índice numérico de la huella es guardado en la base de datos del programa, en una tarjeta u otro tipo de soporte. Es imposible reconstruir la huella a partir del índice registrado en el fichero, ya que la información guardada es información numérica (patrones), extraída a partir de la imagen de la huella. (Figura 1)
Cuando el usuario solicita acceso al sistema, pone su dedo sobre el lector y su huella dactilar es digitalizada y analizada por el software biométrico a fin de extraer los elementos característicos y los transforma en una secuencia numérica a través de un algoritmo matemático que no tiene inversa.
Es por esta razón que esta tecnología es muy fiable. La secuencia numérica, llamada “patrón de registro” queda almacenada en una base de datos segura y servirá para las siguientes comparaciones cada vez que la persona autorizada desee ingresar al sistema. Las tasas de falso rechazo se sitúan por debajo del 1%, y las de falsa aceptación, están alrededor del 0.0001%. Las velocidades de proceso e identificación están por debajo del segundo en sistemas actuales. (Figura 2)
El estado actual de la investigación de la biometría permite augurar un futuro a medio plazo en el que ésta tomará un papel relevante en lo que a seguridad informática se refiere. La creación de un DNI digital basado en biometría, la generalización de hardware biométrico en los equipos informáticos o la utilización de biometría en los cajeros automáticos son fenómenos que no tardarán en ser una realidad patente en nuestras vidas. Aquellas empresas que opten por estas soluciones con premura estarán en una clara situación de ventaja competitiva con respecto a las que se limiten a actuar como meros espectadores.